Todos tenemos claro que ponerse el cinturón de seguridad es algo obligatorio. Y más que eso, de sentido común, ¿verdad? Más si cabe si tenemos en cuenta el conocido como efecto elefante, dos palabras que en principio te sonarán a chino, pero que más de uno de vosotros ha estado en riesgo de sufrir más de una vez.
¿Cuántas veces hemos oído a los pasajeros de atrás de un coche que no quieren ponerse el cinturón de seguridad? Da igual lo corto que sea el trayecto, puesto que el accidente nos puede estar esperando a la vuelta de cualquier esquina. En el caso de que suframos una colisión, este método de seguridad será el que pueda marcar la diferencia entre un susto y una desgracia.
Entonces, ¿qué es el efecto elefante? Si alguno de los pasajeros de atrás no tiene puesto el cinturón de seguridad y se produce una colisión -a veces basta incluso con un frenazo brusco- su cuerpo saldrá disparado hacia los asientos delanteros con tal violencia que, el peso, en función del vehículo y de la velocidad de la circulación, puede llegar a equivaler al de un paquidermo.
Diversos estudios indican que, a una velocidad de 60 kilómetros por hora, el impacto de una persona de 75 kilogramos contra el asiento delantero puede equivaler a una fuerza de nada más y nada menos que 4,2 toneladas. En el caso de que esto se produzca, los daños que causa el golpeo tanto a la persona protagonista de este como, posiblemente, al resto de ocupantes del coche, puede llegar a ser mortal.
Ni que decir tiene que la solución es más que simple. En todos y cada uno de vuestros desplazamientos en coche, los ocupantes han de utilizar el cinturón de seguridad. Ocupen la plaza que ocupen y sean los metros que sean los que se vayan a recorrer. Como siempre, más vale prevenir que curar.