Quedarse atascado a primera hora de la mañana y llegar tarde al trabajo, o salir un sábado por la tarde con prisas para llegar al cine y encontrarte atrapado en el tráfico son situaciones que nos han pasado a todos y, seguramente, a todos nos han sacado de quicio.
Y es que ponernos al volante en determinadas situaciones de estrés o enfado conllevan cierto peligro implícito, pues realizamos movimientos más bruscos con nuestro vehículo y, a veces, terminamos perdiendo la atención a nuestro alrededor ofuscados por la frustración.
Por no hablar de los niveles de contaminación que se generan dentro del habitáculo cuando estamos en un atasco. Éstos pueden llegar a aumentar hasta un 40% más que cuando se circula a velocidad normal. En estos casos, lo más recomendable es cerrar las ventanillas del coche y poner la ventilación en modo ‘recirculación’ del aire para conseguir que éste esté más limpio.
Pero el exceso de tráfico también afecta directamente a nuestro coche. Hay ciertos elementos que sufren especialmente cuando estamos en un atasco:
Embrague y caja de cambios: en un atasco ambos componentes sufren mucho más que si estuviésemos circulando 1.000 kilómetros ininterrumpidamente. Para intentar mitigar este desgaste lo mejor es no arrancar con acelerones, pisar el pedal a fondo para cambiar y nunca quedarse parado con una marcha puesta.
Frenos: en los atascos aceleramos y frenamos constantemente, y eso causa un importante desgaste en las pastillas y/o discos de freno. Intenta mantener la distancia de seguridad y no realices frenadas bruscas para luchar contra este fenómeno.