Desde el año 2006, pasar la ITV de tu coche es obligatorio. Pasarla implica una pequeña burocracia que pasa por pedir hora, hacer la pertinente cola y pasar la revisión. Si en este último punto, los profesionales que nos están revisando el vehículo encuentran algún fallo grave, deberemos acudir a un taller para solventarlo y, posteriormente, volver a la ITV en un plazo no mayor de dos meses, para dar fe de que ese fallo ha sido reparado y, de esta forma, conseguir el distintivo que certifica que nuestro coche ha superado la ITV, sin el que, por supuesto, no podemos circular, ya que nos exponemos a una multa de hasta 1.500€.
En el caso de que los fallos detectados sean muy graves, el vehículo no podrá circular hasta que éstos sean reparados, por lo que una grúa deberá trasladar el coche desde la ITV hasta el taller.
Los puntos donde suelen encontrarse fallos graves inciden en el estado de los neumáticos, de los frenos, de la suspensión, de las luces, de la carrocería y del motor. Por lo que te recomendamos que lleves tu coche al taller para hacer una revisión pre-ITV y así, asegurarte de que no te llevarás ninguna sorpresa en el futuro.