Los motores diésel requieren un control diferente por el tipo de dispositivos que poseen, sobre todo, en los sistemas de post-tratamiento de gases de escape destinados a limitar las emisiones nocivas que estos producen.
Para ello, es necesario seguir las pautas que indica el fabricante de cada vehículo. Además, hay que prestar especial atención a aspectos como los neumáticos, ya que los turbodiésel entregan mucho par desde bajas revoluciones y ofrecen mucha aceleración inicial lo que produce un consumo de neumáticos importante en el eje motriz.
En lo que se refiere a los filtros de combustible y partículas, es esencial seguir las indicaciones del fabricante porque estos elementos se encargan de evitar la acumulación de partículas contaminantes en todo el circuito de alimentación, motor y escape.
En cuanto al cambio de aceite, es preferible recomendar usar los sintéticos de calidad, que protegen más, y cambiar el filtro una vez al año para que no contamine con restos de partículas al aceite nuevo.
La válvula ERG, cuya labor es reintroducir el humo de la combustión del motor en los cilindros para reducir las emisiones de óxidos de nitrógeno, suele ocasionar problemas por la acumulación de partículas de los gases de escape. Por ello, es importante revisarlo si la cliente nota pérdidas de fuerza del motor a bajas vueltas.
Por otro lado, el caudalímetro, encargado de medir la cantidad de aire que entra en el circuito de alimentación, puede dar señales de que está fallando si se produce un exceso de humo, un ralentí irregular o un funcionamiento pobre de potencia.
Por último, los calentadores o bujías de precalentamiento ayudan en invierno a encender el motor. En el caso de que el coche arranque con llave, hay que esperar tres o cuatro segundos para que se apague el testigo. Si se mantiene encendido cuando ya se ha arrancado puede que alguno de los calentadores no funcione.